ESTÁS RADIANTE, EN LUGAR DE QUÉ VESTIDO TAN BELLO.
Desde mi percepción, un vestido es bello, cuando la mujer que lo viste brilla, se ve favorecida, es ella misma, y no tiene más protagonismo el vestido que su persona. La prenda entonces cumple, sencilla y exactamente, una función potenciadora de la belleza natural.